Sacrificio en tiempos hedonistas

Los tiempos que corren, no los del calendario sino los de la época, este milenialismo preapocalíptico, está lleno de un hedonismo, gusto por el disfrute y desarrollo de las pasiones, que poco tiene que ver con ideas como la de sacrificio.

No creo en el sacrificio que le pedimos a niñas y niños en las escuelas, para señalarles la senda del trabajo esforzado, ni al de los que han pasado del jogging al running sin ninguna perspectiva deportiva, sino al sacrificio que puede llegar a costar la vida, el de la entrega por un servicio a los demás o por un bien mayor.

El cristianismo conmemora en estas fechas la muerte de Jesús de Nazareth, el sacrificio del cordero para el perdón de los pecados. La Pascua es el tránsito que lleva de la fiesta al calvario. Pero hay muchos otros sacrificios a diario. Estos días pasados, en Francia, Arnaud Beltrame, teniente coronel de la Gendarmerie, falleció en un ataque terrorista a un supermercado. Se intercambió por la última rehén y tras dos horas y media con el atacante, cayó abatido a tiros y cuchilladas.

Este tipo de situaciones parecieran haberse visto reducidas a las series o a las películas, pero en realidad suceden de manera continua y silenciosa. La huida sin descanso de madres y padres desde lugares en conflicto como Siria, para llevar a sus hijas e hijos a un lugar seguro; madres cruzando a nado embarazadas el estrecho de Gibraltar, personas salvando a otras de morir ahogadas en el Mediterraneo a riesgo de morir ellas,… son parte de la realidad y la presencia del sacrificio presente en nuestro mundo.

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La vida es el valor máximo que el ser humano como especie reconoce en lo que llamamos «persona», y que filosóficamente tiene una entidad fundamental en el desarrollo de lo que entendemos como Derechos Humanos. Llevar nuestra vida al punto máximo de riesgo por la vida de otros, la capacidad de poner entre paréntesis nuestra pervivencia para garantizar la de otras, es lo que paradójicamente nos lleva a uno de los momentos críticos y máximos de ser persona.

Algunos ven en ello la razón, la muestra de la existencia de Dios. Yo creo que dicha existencia es indemostrable, pero indudablemente la idea de sacrificio, o mejor, el hecho concreto del sacrificio es lo que más cerca nos coloca de lo incomprensible, de lo indemostrable, de lo indeterminado.

Hasta el infinito y… no sabemos más

Hablar del infinito ha sido siempre algo bastante más complejo de lo que se piensa, ya que no está entre nuestras capacidades concebir el infinito. Aunque sí podemos saber lo que no es, y podemos utilizar y concebir el concepto de infinito, que no es lo mismo.

Y claro, no es lo mismo hablar de infinito en las matemáticas o la física, que en la metafísica. Para la primera el infinito es un límite, indefinido, pero punto de referencia «donde» situar lo impreciso, lo indeterminado; los números reales tienen el infinito por ambos lados de su recorrido, y en su extensión, aparece en la geometría, y por tanto en la física generando problemas que se han ido resolviendo.

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Lemniscata

El espacio puede ser infinito, los números pueden ser infinitos, dicho vulgarmente siempre podemos concebir la posibilidad de que siempre haya algo más allá. El problema surge con el tiempo, y si los griegos se cuestionaban sobre el infinito, no lo hacían en su sentido temporal. Las cosas tienen un principio y un final; de hecho Aristóteles no pensaba que Dios tuviera la propiedad de la infinitud. Y en la actualidad, la famosa teoría del Big Bang requería suponer que hubo un principio, aunque no tuviera un final. Pero, ¿y si no lo tuvo?¿ Y si ha habido una sucesión infinita de big bangs con avance y retroceso?

Es ahí donde el infinito se convierte más en un problema metafísico que físico o matemático. Es parte de las preguntas esenciales, ya que la experiencia nos indica que no es razonable la idea de infinito, ciertamente podríamos recoger la idea de límite en matemáticas, como tendencia hacia, como punto al que nunca se llega pero nos dirigimos hacia él, para entender como funciona nuestra mente ante esta situaciones.

El infinito nos parece un abismo, pero en cambio la idea de acercarnos hacia él, pero nunca llegar nos permite seguir afrontando las cosas con mayor tranquilidad, mientras el infinito sigue ahí como no-fin. Infinitud de los números, del espacio, del tiempo, son cuestiones todas bien distintas, y no debemos dejar de pensar en ellas, ya que perdernos en esas elucubraciones nos lleva a realizar los mismos procesos que tuvieron que realizar nuestros antepasados hace decenas de miles de años al preguntarse por lo mismo, lo que les llevó a pensar. El mejor y más saludable de los ejercicios.

Universo Marvel 2ª parte

En mi anterior post (ya saben que pre-radiofónico) hablaba sobre Batman, en ese otro universo del cómic que es el de DC. Marvel ha seguido una deriva parecida al comenzar a cuestionarse los daños colaterales que se generan por las acciones de los héroes, y de la misma manera que Batman visualiza esos daños ocasionados por Superman, Ironman hace lo propioi con los ocasionados por el mismo y los Avengers.

Pero fuera de ese grupo (al menos hasta ahora) se encuentra un personaje muy particular porque quizás se trate de uno de los anti-héroes más claros de los últimos tiempos. Deadpool es un personaje que se puede calificar de «gamberro», está fuera de muchas de las reglas de lo políticamente correcto, es la antítesis de Capitán América, siempre tan «responsable» y dedicado al «bien» y al «orden». Siempre se sitúa en los márgenes de lo aceptado como correcto, y siempre va a actuar desde unos parámetros que para muchos lo sitúan entre los «malos».

photo5850429980905942612En principio debería situarse entre los X-Men, ese universo paralelo de Marvel que corre con su propia historia de mutantes marginados de la sociedad, pero su imposibilidad para ceñirse a unas normas concretas le dejan al margen de la escuela del Dr. Xabier. Y esa marginalidad nos permite abordar el tema de si su forma de actuar es responsable o no lo es.

Hay otra caracterísitica del personaje que lo hace muy especial, y es su comunicación directa con nosotras, rompe contínuamente con la cuarta pared, cosa que nos coloca en una relación muy especial con él. Nos implica en sus acciones, y de hecho es muy meticuloso a la hora de explicar su historia, y de explicar sus razones. Y su relación con el mal, con aquellos que actúan mal, irresponsablemente, es desde la comicidad, una forma de actuar responsable con su entorno.

Quizás lo más interesante sería preguntarse (y dejo la pregunta abierta esperando vuestras respuestas y reflexiones) si la responsabilidad es algo que parte de nosotros o que nos viene marcada por otros o por la sociedad.

Patrones adquiridos

Esta mañana me he encontrado con este acertijo, dilema o como queramos llamarle.

Al escuchar el «acertijo» me he preguntado:

¿Qué problema moral le surge a esta cirujana para no operar a su hijo?

Cuando he visto las reacciones de la gente que aparece, no daba crédito. A medida que he ido conociendo las respuestas de gente que conozco, me he tenido que preguntar:

¿Tan raro soy?

Mi educación fue la de cualquier españolito que cumplía 18 años en 1981. Quizás la única pista que encuentro fue la frustración que sentí al escuchar, cuando tenía 16, a mis padres asegurar que si hubiera sido chica hubiera sido diferente mi educación.

Y eso no significa que no esté lleno de tics heteropatriarcales. También es cierto que no me encuentro completamente a gusto en ninguna organización, escuela filosófica o metodología pedagógica; siempre encuentro aquellos puntos que me chirrían y me siento parcialmente fuera:

En el pórtico de la Iglesia, en los márgenes de la política, heterodoxo de las alternativas; quizás es un exceso de purismo, o de criticismo, o de inadaptación.

O que soy un discutidor, o la encarnación del Enanito Gruñón. O un metaadolescente, y por eso me encuentro tan a gusto entre ellas y ellos. Sea lo que sea, es cansado sentir la necesidad de decirle a los demás, con los que comparto Weltanschauung, lo que no comparto con ellos, de manera irrefrenable, imposible de contener, como si me fuera la vida en ello.

Universo DC 2ª parte: La culpa

La culpa es de esos temas que resultan complejos de tratar desde la filosofía, porque además tenemos un confuso concepto de ella, mezclado entre el derecho y la religión católica.

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Ese gran peso que arrastramos por lo que hicimos, o el resultado de un proceso judicial que nos carga con un delito o falta, es una cuestión que nos ha preocupado mucho, y que además no sólo es personal, sino que también puede recaer sobre una comunidad; vease el caso de Alemania tras los horrores del nazismo.

En el mundo del comic se ha puesto de moda últimamente que aparezca la culpa en unos personajes que normalmente nos llevaban por caminos ausentes de ella. El comic ha resultado bastante efectivo en transmitir una idea muy peligrosa de la violencia; que cuando se ejerce por parte de los «buenos», no existen daños colaterales. Hemos crecido junto a héroes que podían utilizar armas o vehículos en plena ciudad y no causar el más mínimo daño.

Y eso empezó a cambiar primero con las circunstancias personales de algunos personajes. Por ejemplo, Batman, que crece envuelto en la culpa y la rabia, y que se desarrolla como un alter ego de un millonario despreocupado y falto de criterio y valores. Pero es en estos últimos tiempos, y de la confrontación con Superman que se revela a través de sus ojos un cambio trascendental; ve el dolor y el sufrimiento causados por la despreocupación del héroe.

De pronto el mundo se torna imposible de gestionar para quien busca justicia, porque no se puede ser justo sin causar daño, y eso inmoviliza y frustra. Es fácil volcar esa frustración sobre el aparentemente despreocupado Superman. El mundo va a matar a Dios, como chivo expiatorio perfecto.

Bruce Wein y Batman se encuentran definitivamente en la encrucijada de no tener claro los límites del bien y del mal. DC nos pone ante la necesidad de buscar alternativas; o asumimos que no todo se soluciona matando al héroe, o nos enfrentamos a que solos no vamos a ser capaces de llevar la justicia a cada rincón. La primera solución, es buscar ayuda, y no afrontar el reto solos; el resto es difícil saber hacia donde irá. Pero el universo Marvel lo analiza de forma diferente, menos existencial, más pragmáticamente. Eso lo veremos la semana que viene.

Qué nos hace seres humanos?

Los avances tecnocientíficos nos han traído el genoma humano para que se convierta en la clave para determinar la clave determinante para resolver la pregunta inicial: tener una determinada combinación.

Pero como suele pasar con la ciencia, esta tesis rápidamente se convertirá en obsoleta por nuevos descubrimientos. Y además no responde a cuestiones fundamentales:

  1. Cómo se produjo el cambio entre las x especies y lo que hoy somos a nivel genético, que provocara la aparición de un lenguaje como el nuestro, un desarrollo cognitivo como el nuestro.
  2. Qué abandonamos en el proceso del cambio para convertirnos en lo que somos
  3. Qué seremos cuando dentro de un tiempo se produzcan inevitables cambios genéticos en nuestra especie

Los descubrimientos sobre nuestros orígenes y ancestros suponen una muestra tan reducida, que sacar continuamente conclusiones se ha convertido en una costumbre. En los 35 años que puedo contemplar hacia atrás en mi historia personal las transformaciones en las «teorías» sobre nuestros orígenes han sido brutales, qué decir si incluyera 2 generaciones hacia atrás.

La prudencia en ciencia no es frecuente si hablamos de responder a nuestro origen y creo que es porque el ansia de sustituir las respuestas mitologico-religiosas ha superado al propio interés del método científico. Así que debe ser labor de la Antropología y la Filosofía combinadas responder a estas preguntas yendo más allá del mero hecho contrastable.

De dioses y humanos: universo Marvel 1ª parte

El gran mito de la Modernidad, ese periodo que coincide con lo que se ha llamado Época de las Luces, la Ilustración, es el de que la Ciencia podría hacernos libres y absolutos conocedores del Universo, y por tanto dotados de un poder cada vez mayor. El ser humano contínuamente enfrentado a esa imagen de los dioses griegos, tan cercanos que podíamos tocarlos e incluso mezclarnos con ellas y ellos, pero a la vez con unos poderes infinitos.

Así, el siglo XX, con sus miedos a la destrucción total y a los enemigos que surjen tras cada esquina, introdujo esa situación en sus comics y Marvel apostó por la Ciencia como gran aliada y a la vez potencialmente enemiga. En el camino de darnos héroes que admirar se introdujo una variada colección de personas (hombres la gran mayoría) que o bien resultaban potenciados accidental (Spiderman, Ant-Man) o interesadamente (Hulk), pero que ponían sus poderes al servicio de la gente frente al mal, encarnado en similares malvados, que intencionada o accidentalmente adquirían unos poderes, siempre provenientes de investigaciones científicas.

Los dos personajes que se salen de esa norma son Iron Man y Thor. El primero porque es un hombre potenciado tecnológicamente, es el resultado de un corazón biónico y una armadura como si fuera un Mazinger Z tamaño natural. El segundo es un Dios, de una cultura que tradicionalmente ha generado mucho interés en la cultura anglosajona, la nórdica. Ambos van a servir de contrapunto al personaje estandarte de Marvel, Capitán América.

Este soldado enclenque es convertido en un superhombre dotado de múltiples poderes que le permiten cumplir su misión; luchar por el mundo libre contra los malvados que pretenden sojuzgarlo. Es un Prometeo moderno, que ha adquirido no solo los colores del país cuyos valores encarna, sino los poderes que tanto deseaban los humanos de la Grecia antigua ante sus dioses; unos poderes que les permitieran el asalto al Olimpo. Igual que Nietzsche declaró la muerte de Dios, Marvel se encargó de presentarnos que era posible para la humanidad sustituir a aquel gracias a la Ciencia, y un poco de ayuda de la magia robada a los mismos dioses.

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Comic y filosofía: Universo DC 1ª parte

El comic es una forma de expresión artística que ha alcanzado unos niveles de evolución tremendos durante el siglo XX, y con ello su capacidad de influir en la sociedad han sido equivalentes.

 

El cine de este comienzo de siglo ha convertido a los dos grandes monstruos de esa industria, DC y Marvel, en grandes maquinarias de producir pensamiento, de influir en las masas, y sobretodo entre los menores de 30 años. Pero ya en los comienzos de su desarrollo se buscaba intencionalmente esa influencia. Por ello me gustaría hablar hoy de Superman y Wonder Woman.

Ambos hijos de dioses o equivalentes, comparten una doble vida en la tierra que les lleva a mantener en secreto su verdadera naturaleza, pero el primero no deja de ser el equivalente de los dioses griegos, destructivo, condescendiente y protector, mientras que la segunda nos muestra que el verdadero objetivo es saber la verdad, no mata a sus enemigos y pretende que la humanidad cambie. El nacimiento como comic del primero se debe a la necesidad de elevar la moral de una nación sumida en la crisis económica y necesitada de líderes. La segunda, nace de la mente de un psicólogo, Marston, que quería transmitir los valores del feminismo y las capacidades de la mujer, que para él era imprescindible par aun nuevo mundo. Wonder Woman llegó a ser mucho más vendida que Superman, pero en 1945 cayó en desgracia por las críticas al erotismo y referencias a la homosexualidad y otras cuestiones delicadas en una época de persecuciones políticas en USA.

La transmisión de valores en estos dos casos es directa, y se ha mantenido en el tiempo. Curiosamente, en las películas más recientes del universo DC ambos personajes se muestran complementarios, y se les presenta como contrapeso a la otra figura relevante de esta compañía a la que dedicaré otro apartado, Batman.

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Merlí y la enseñanza

Hay ocasiones en las que el atrevimiento en las artes ilumina los caminos que se nos abren a la acción y al pensamiento, siendo su intencionalidad no necesariamente esa. Eso sucede en esta época con películas y series de televisión. Eso sucede con Merlí.

Merlí es una serie de TV3 que acaba de terminar hace una semana con la finalización de su tercera temporada. Un total de 40 episodios en los que un profesor de filosofía de bachillerato con maneras poco comunes se enfrenta a la tarea de volver a dar clases gracias a una sustitución, en una zona imprecisa de Barcelona y con un alumnado poco acostumbrado a tener sorpresas con el profesorado.

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He visto y leído varias críticas y comentarios a la serie, pero tienden a centrarse en la manera “especial”, “atípica”, “diferente” de dar las clases de este hombre a punto de cumplir los 60, y con una personalidad como poco, peculiar. Pero siendo un detalle importante, lo son otros elementos que habría que tomar en cuenta para poder valorar mejor las aportaciones, y también los peros de la serie.

A pesar de que creo que sobreabunda el sexo, es un tema tan recurrente en el medio audiovisual de España, que Merlí no escapa a ello, a pesar de ser una serie muy catalana, y no me parece realmente que entorpezca la comunicación de lo relevante, sino que incluso en algunos momentos ayuda. Lo realmente destacable en lo negativo desde mi punto de vista es la cuestión de la poca o nula diversidad entre las procedencias de las y los protagonistas. En el aula hay 11 chicos y chicas protagonistas y otros tantos que son de relleno; entre estas últimas hay gente de origen africano, asiático y posiblemente latinoamericano, pero entre el grupo principal, todas son españolas. Sólo la última incorporación a la serie, el personaje es una ucraniana adoptada, pero la actriz es local. Esto, en una Barcelona multicultural no parece muy adaptado a la realidad, y podría haber mostrado con mejor detalle las problemáticas de un grupo de jóvenes de 17 a 19 años, haciendo el bachillerato en un barrio de Barcelona con cierta diversidad de procedencias socioeconómicas.

El mayor acierto según la mayor parte de las críticas es mostrar que se puede enseñar la filosofía de otra manera, e indudablemente no voy a negar que es un factor muy importante para considerarla positivamente. La filosofía lleva demasiado tiempo siendo desconsiderada y reducida en importancia en los curricula escolares, y el modo de enseñanza del profesor que espera que se memorice y repita unos contenido que explica magistralmente, ya era hora que empezara a verse superado en las series de adolescentes al uso. Cada capítulo se dedica a un autor o autora, de diversas épocas, de Grecia a los días actuales. No sólo se incorpora a mujeres filósofas, sino que además se incluyen pensadores del presente, o por ejemplo de Asia. Cada capítulo va dando unas pinceladas de su pensamiento, que van a servir de canal para el desarrollo de la temática del capítulo, descubriendo los protagonistas la relación entre ambas cosas. Y las formas pedagógicas de Merlí, llevando a su clase al patio, a la cocina o fuera del centro a realizar la clase, encauzando la temática hacia las preocupaciones reales de quienes tiene delante, resultan sorprendentes ante lo que se encuentra normalmente, es cierto. Pero es que en lo filosófico, Merlí quiere fundamentalmente conseguir que esas chicas y chicos piensen, e incorporen la reflexión a su día a día, y eso es lo que más debería hacerse notar de sus formas.

Por otro lado, se ha criticado la incoherencia del personaje, la falta de cohesión entre el profesor y el hombre fuera del centro. Creo que precisamente este es un elemento clave para otro elemento que no se ha puesto en valor de la serie; Merlí no limita su actuación a su relación en el aula. Se preocupa por el día a día de quienes tiene delante, e interviene, se implica. De haber sido una persona perfecta, eso hubiera llevado a un personaje angelical, y por tanto poco real. Merlí es como sus alumnas y alumnos, imperfecto, con errores, con miedos y con incongruencias. Y en el paso de las 3 temporadas vamos a verle incluso en el centro de la segunda como duda de que esa implicación sea positiva, siente celos de otra profesora, y se retrae en su relación de proximidad.

El proceso educativo es en realidad mágico. Precisa de una constante puesta en juego de lo que cada una de las partes es, para que surja el milagro del aprendizaje. La memorización es fruto de la suerte o del esfuerzo; el aprendizaje es una reacción, química decimos muchas veces, en la que alguien cuenta y otro entiende, que no está falta de esfuerzo y concentración, pero que lo contingente es esto último, y lo necesario, la magia. Eso es lo que muestra perfectamente Merlí.

¿En quién pensamos cuando hablamos de vientres de alquiler?

Artículo en El Salto

Carmen Ibarlucea y yo nos estrenamos, además juntos, en El Salto, que es una nueva experiencia cooperativa con ganas de informar, impulsada por el periódico Diagonal y más de 20 proyectos comunicativos de todo el Estado para lanzar un nuevo medio con más recursos y dirigido a un público amplio.