Misericordia y pastoral. Sobre Fiducia Supplicans

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Recientemente he leído varias críticas a la Declaración Fiducia Supplicans, todas desde el interior de la Iglesia Católica. Soy consciente que mi fe me mantiene en una posición de cierta lejanía de la Iglesia, pero me considero creyente, y próximo a la figura del Papa Francisco. Y por otra parte, el Personalismo Comunitario tiene una relación muy estrecha con la fe, tanto que teología y filosofía son necesarias para entender bien todo esto.

Recientemente ha habido un texto que me ha preocupado enormemente. Me refiero a la crítica de Juan M. Burgos al documento «Fiducia Supplicans» expuesta en su cuenta de Facebook y seguramente por otros medios. Y me gustaría dar una respuesta, con la intención de ahondar desde el personalismo.

Primeramente, la idea de bendecir a individuos en situaciones «irregulares» se basa en una comprensión más profunda de la misericordia como un atributo central de Dios, reflejado en la enseñanza de Jesús (Lucas 15:1-7, la parábola de la oveja perdida). El Papa Francisco, en su exhortación «Amoris Laetitia», enfatiza la necesidad de una Iglesia que comprenda y acompañe a las personas en sus diversos caminos de vida, respetando su dignidad y buscando su integración en la vida de la Iglesia (Amoris Laetitia, capítulos 4 y 8).

La crítica de Burgos a la distinción entre bendecir a las personas y no a sus uniones puede ser entendida como una preocupación legítima por mantener la claridad doctrinal. Sin embargo, esta preocupación necesita ser equilibrada con la realidad pastoral que enfrentan muchos fieles, y a la que va dirigida fundamentalmente está Declaración. El Concilio Vaticano II, en documentos como «Gaudium et Spes», reconoce la complejidad de la condición humana y la necesidad de una Iglesia que se comprometa con la realidad del mundo en un espíritu de compasión y comprensión. La distinción propuesta en «Fiducia Supplicans» puede verse como un intento de hacer precisamente esto, ofreciendo un espacio para la gracia y la misericordia en situaciones donde la doctrina pura no ofrece respuestas claras.

Desde una perspectiva personalista, la atención se centra en la dignidad intrínseca y el valor único de cada persona. El personalismo, como lo desarrollaron filósofos como Emmanuel Mounier, subraya que cada individuo debe ser tratado como un fin en sí mismo, no como un medio para otro fin, y que la persona humana no puede ser reducida a sus acciones o situaciones. En este contexto, la crítica de Burgos podría beneficiarse de un enfoque más personalista.

Esto implica un acercamiento pastoral que busca comprender y acompañar a las personas en su singularidad, más allá de las categorías morales o doctrinales. El personalismo también pone énfasis en el encuentro genuino con el otro. Este enfoque puede aplicarse a la pastoral, donde el encuentro con personas en situaciones «irregulares» no se trata solo de aplicar la doctrina, sino de un diálogo compasivo y respetuoso que reconoce su humanidad plena. Mientras que Burgos aparentemente se preocupa por la coherencia doctrinal, el personalismo invita a una integración de la doctrina con la experiencia personal y única de cada individuo. Esto no implica comprometer la doctrina, sino reconocer que la aplicación de la doctrina debe tener en cuenta la complejidad de las situaciones humanas.

Además, la teología moral católica ha evolucionado para reconocer que las situaciones morales a menudo presentan complejidades que requieren discernimiento y no solo la aplicación rígida de normas (ver, por ejemplo, «Veritatis Splendor» del Papa Juan Pablo II). Esto implica un enfoque más matizado en el tratamiento de situaciones de vida «irregulares», donde el objetivo es guiar a las personas hacia una mayor integración en la vida de la Iglesia y una relación más profunda con Dios, en lugar de simplemente juzgar o excluir. La moral nunca debería mostrarse como superior a la doctrina o a la pastoral. Y como se pregunta recientemente Rocco Buttiglione (Exaudi 19 de diciembre ), “¿Apagará la Iglesia esta mecha humeante o, en la medida de lo posible, la mantendrá viva?”.

En conclusión, esta respuesta a Burgos requiere una consideración cuidadosa de la tensión entre doctrina y pastoral, una tensión que ha sido una característica constante en la historia de la Iglesia Católica. La propuesta de «Fiducia Supplicans» puede entenderse como un esfuerzo por navegar esta tensión de manera que sea fiel a la enseñanza católica, mientras se extiende la compasión y la misericordia a todos los fieles, independientemente de su situación. El personalismo resalta la importancia de ambos valores centrales en las enseñanzas de Jesucristo. En este caso significaría buscar formas de expresar la misericordia de Dios de manera que respeten tanto la dignidad de las personas como la enseñanza de la Iglesia.

En resumen, al añadir un enfoque personalista a la crítica de Burgos, se propone una visión más holística que equilibra la doctrina con un profundo respeto por la dignidad y singularidad de cada persona. Una pareja no es sólo sus relaciones sexuales, sino mucho más. Esto no solo enriquece la comprensión de la pastoral católica, sino que también proporciona un marco para abordar las complejidades doctrinales y humanas de una manera que es fiel tanto a la enseñanza de la Iglesia como al mandamiento del amor cristiano.

Sobre los DDHH 1

Me he propuesto repasar algunos artículos de manera independiente, y otros en bloques, para retomar un tema (el de los DDHH) pero del que muchas veces no somos plenamente conscientes de su relevancia moral y jurídica en la vida diaria.

Se consultó con cientos de especialistas de forma directa a la hora de redactar el texto final, de todos los ámbitos y procedencias, pero indudablemente había un peso muy grande del pensamiento occidental, y de las culturas marcadas por el cristianismo, además de aquellos países que habían adoptado el marxismo como línea predominante.

Y para hacerlo con un orden, vamos a empezar por el principio:

Artículo 1.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 2.

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.

Estos primeros dos artículos son el marco para el resto y ponen ya algunos términos que no siempre están claros, máxime después de los casi 70 años que tiene esta Declaración Universal (el próximo 10 de diciembre se conmemorará), en nuestra boca y oídos: Dignidad, Persona, y Derechos.  Y son 3 conceptos fundamentales para entender los artículos que sigan.

De la substancia individual de naturaleza racional de Boecio, apasando por el sujeto fin en sí mismo de Kant, a ese ser humano libre, comunitario y con una dignidad inalienable, ha trascurrido la historia de la filosofía, pero estas dos últimas acepciones tuvieron un peso fundamental a través de pensadores consultados en el proceso como Emmanuel Mounier.

Pero, ¿qué es eso de la dignidad? Es la cualidad que confiere la obligación de respetar íntegramente a quien la posee; no se puede perder, es inherente, y además obliga moral y jurídicamente. Somos sujetos de derecho, porque somos dignos. Por ello es fundamental que se entienda este concepto, para comprender lo importante de esta Declaración. Y en ella misma radica uno de sus grandes problemas; nadie consultó a los representantes de las tres cuartas partes de la humanidad si estaban de acuerdo en esa idea.

 

 

Renovación

Metido en esta primavera que no llega y la lluvia que no cesa, hago este acopio de fuerzas en un blog en el que espero unificar todo lo que escribo. De momento me gustaría rescatar aquí algunas de las cosas que se publicaron como notas en Facebook y/o como artículos en mi columna «Corriente arriba» en Euro Mundo Global. Pero en seguida ir publicando nuevas cosas, ya que esta vez aquí se unen filosofía, actualidad, mi tesis, y todo lo que vaya surgiendo, siempre en conexión con mi página en Facebook y las páginas que allí gestiono sobre los autores que aparecen en el navegador de este blog.

Me gustaría no sólo recibir los comentarios que uno siempre espera, sino que otros me indiquéis que os interesa publicar aquí cosas sobre Péguy, Mounier, Landsberg o el Personalismo, y así hacer esto algo mucho más colaborativo.

Espero vuestras aportaciones y comentarios.